Mis estimados y ficticios lectores, nuevamente saludándolos, en este, mi espacio personal, intencionalmente en una fecha que tiene gran significado histórico para mí al ser el día del natalicio del mejor Presidente que México ha tenido, un General con patriótica carrera militar, un político eficaz y modernista y un administrador de la estabilidad social como México nunca tuvo ni ha tenido, me refiero al General Don Porfirio Díaz Mori, en el 184 aniversario de su nacimiento.
Hablar del General Díaz es sin duda hablar de la etapa del mayor progreso que México ha tenido en su historia, sí, pero también es hablar de uno de los temas más contaminados de los que la población en general tiene conocimiento. Porfirio Díaz, para la opinión pública, es un villano, un villano que únicamente sumergió al país en la miseria y que atacó al campesino haciéndolo sufrir y despojándolo de sus tierras.
La versión SEP, los libros de texto gratuito, la enseñanza histórica en general, nos habla, no del héroe de la batalla del 2 de abril contra los franceses en 1867, ni de la heroica actuación de Díaz en la propia batalla en Puebla aquel 5 de mayo de 1862; nos habla solo del tirano, del dictador, del causante de ese movimiento mal llamado Revolución Mexicana; nos habla solo de la parte oscura para poder justificar el movimiento revolucionario, movimiento que, dicho sea de paso, es la base del partido que actualmente sigue en el poder.
Porfirio Díaz nació el 15 de septiembre de 1830 en Oaxaca capital, siendo el sexto hijo de don José Faustino Díaz Orozco y María Petrona Cecilia Mori Cortés, desde mucho joven se enroló en el ejercito federal, en donde desempeñó varios cargos bajo las ordenes de Juárez; en 1876 llegó a la Presidencia de la República, misma que ocuparía en diversas ocasiones en forma interina y a la que consecutivamente sirvió desde 1884 y hasta 1911 cuando presentó su renuncia.
Muchos creen que la Revolución Mexicana se inició para derrocar al octogenario presidente, pero eso es una gran mentira. El plan original de Madero, ese chaparrito espiritista oveja negra de su familia, era ascender a la Vicepresidencia del país, esperar la muerte del General para luego, en automático, convertirse en Presidente de la Nación. Sin embargo, luego de las elecciones de 1910 y al ser encarcelado y huir a EEUU convocó al pueblo mexicano a levantarse en armas el 20 de noviembre de ese año, fecha en la que, por cierto, no pasó absolutamente nada.
Quiero compartirles, en este punto de mi relato, dos hechos que sin duda alguna todo mexicano deben conocer; el primero es sobre la supuesta manipulación de las elecciones, delito tantas veces achacado a Díaz; no había necesidad de amañar las elecciones; el pueblo solo conocía a Don Porfirio, las clases altas le querían y las medias le respetaban. En la mente del electorado en general solo estaba el nombre de Don Porfirio, por lo que en las elecciones era lógico que siempre ganara, vamos, la tenía tan fácil que hacer fraude era innecesario.
Por otra parte, regresando al «motivo» del inicio de la revuelta de Madero, si realmente la Revolución hubiera sido para derrocar al mandatario, ésta hubiera terminado el 25 de mayo de 1911, con la renuncia del General al máximo cargo de la Nación a través de una carta que aún hoy sigue resultando emotiva y ampliamente patriótica para quien la lee, y para muestra, cito una parte de ella:
(…) Vengo ante la Suprema Representación de la Nación a dimitir sin reserva el encargo de Presidente Constitucional de la República, con que me honró el pueblo nacional; y lo hago con tanta más razón, cuanto que para retenerlo sería necesario seguir derramando sangre mexicana, abatiendo el crédito de la Nación, derrochando sus riquezas, segando sus fuentes y exponiendo su política a conflictos internacionales.
Don Porfirio no se sentía culpable por aquel movimiento armado, y aún así prefirió dimitir sin reserva al cargo, que permitir que la lucha continuara. Tristemente el General ignoró que la lucha seguiría muchos años después de aquella fecha, y que a su renuncia caería también Madero, Huerta, Carranza y Obregón en los más de 12 años que la lucha duró.
Luego de aquella fecha, Don Porfirio y su esposa Carmelita Romero de Díaz, emprendieron el viaje de la capital a Veracruz, para de aquel puerto zarpar rumbo a Europa en el inolvidable barco Ypiranga. En el exilio permaneció el General hasta su muerte, el 2 de julio de 1915, nunca olvidando México y entristecido de ver las noticias que llegaban a la capital francesa sobre el trágico destino del país que él forjó. En sus últimos días, el General había pronunciado unas palabras que resuenan en la memoria de quienes sentimos una admiración y respeto profundo hacia él:
Me siento herido. Una parte del país se alzó en armas para derribarme, y la otra se cruzó de brazos para verme caer. Las dos me eran deudoras de una porción de cosas.
Los restos mortales del General descansan, injustamente, en el cementerio de Montparnasse, en París, y digo injustamente porque ningún mexicano merece pasar el resto de los días bajo suelo extranjero, menos aquel que dedicó su vida a forjar un México unido, fuerte ante el resto del mundo y firme en su interior.
En el marco del Centenario de su muerte, diversos admiradores del legado del General Díaz, hemos buscado crear un movimiento nacional que exija, al poder en turno, la repatriación inmediata con honores de los restos físicos de Don Porfirio Díaz, a fin que se le rinda el merecido homenaje por ser héroe nacional y Presidente de la República, además de cumplirse su última voluntad, descansar en su eterno Oaxaca.
Don Porfirio, México le debe muchas cosas, pero lo más importante, y en lo que diversas personas hemos trabajado, es restituir su legado, sus acciones y su ideal, en la mente del mexicano, a fin que se caiga el telón de la mentira montado durante décadas, y puedan apreciar con claridad la importancia histórica de su papel en el desarrollo de nuestro país. Falta mucho por hacer, pero hoy está más cerca que hace 99 años.
¡Honor y gloria al General Don Porfirio Díaz, héroe del 2 de abril, patriota orgulloso y el mejor Presidente que México ha tenido!
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