10 años viviendo de Facebook

Recuerdo cuando llegué con mis amigos de la facultad a platicarles que durante la campaña próxima estaría llevando el Facebook del candidato a alcalde. Por aquella entonces Facebook era una nueva herramienta que apenas comenzaba a tomar popularidad entre mi generación y su uso se limitaba a las laptops o computadoras de escritorio ante la inexistencia de smartphones.

Fue en enero de 2009 cuando, según un correo que lo atestigua, me dieron las contraseñas del primer perfil de Facebook que manejé «profesionalmente» , y lo digo entre comillas porque hace diez años yo no tenía ni idea de qué debería hacer un político en una red social (incluso no puedo asegurar que hoy en día la tenga).

Recuerdo que mi «estrategia» se centraba en un perfil (no en una página) desde la que felicitaba a todos los amigos que cumplieran años, y solo los que cumplieran de lunes a viernes he de reconocer, así como atender los inbox que le mandaban a mi candidato; en aquella entonces no había tanto hater así que reconozco que esta última tarea era bastante fácil.

Ya en tiempo de campaña, que debió haber sido en abril o mayo, además de felicitar y responder mi planeación incluía el subir las fotos de los eventos y los videos de las notas de los canales de televisión locales, casi que hacía todo lo que ahora recomiendo en mis cursos no hacer. Eran las ventajas de ser aprendiz.

La campaña acabó, ganamos, y tengo la dicha de decir que mi campaña de 2009, humildemente, fue la primera implementada por un municipio (a excepción de Monterrey) en el estado. Éramos una primer generación de Communitys Manager que aprendimos primero el oficio que el nombre que éste recibía.

Luego de esa campaña sería mi paso por Gobierno, agencias, empresas privadas, más política y hoy nuevamente Gobierno. Me ha tocado ver cómo Facebook se convirtió en el rey de las redes; la creación de las páginas, las transmisiones en vivo, el cambio del «Hazte fan» al «me gusta»; la aparición de reacciones, los 360, la compra de Instagram, de Whatsapp, el fracaso de G+, de Periscope, de Snapchat; la caída vertiginosa de Twitter, la breve gloria de Pinterest y de Foursquare, de Flickr; la época de oro de las notas de Facebook, el resurgimiento de los GIFs, la selfie como palabra del año, un montón de memes y tantas y tantas cosas que mi trabajo me ha regalado a lo largo de estos diez años.

 No les miento, más de una vez he pensado a qué me dedicaré cuando se acabe el boom de las redes sociales, pero para suerte mía, cada que ese boom empieza a decrecer, algo surge y nos da un nuevo aire.

Me encanta mi trabajo y he disfrutado, a lo largo de este tiempo no solo de hacerlo, sino poder haber sido parte de muchos amigos a quienes he podido compartir algo de lo que sé y de quienes, sin duda, he aprendido montones.

Gracias a todos los que han estado en este camino, jefes, coworkers, clientes, agencias, empresas, marcas y gracias también a mis mejores amigos, que de una u otra forma están ligados a las redes sociales.

Diez años trabajando en marketing digital no me hacen un experto, sino que me reafirman como un eterno aprendiz. ¡Agur!

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